He aprendido un poco de fútbol, creía que era imposible que me interesara pero lo he conseguido.
No me refiero a ver un partido, sino a escuchar los comentarios que hacen en la radio y saber lo que piensan los críticos.
Luis Enrique no me ha gustado, no sé si sabrá de fútbol pero recomendar que se coman seis huevos al día me parece un disparate, en macrobiótica se considera que el huevo es lo más Yang que existe en alimentación.
Recuerdo que mi padre a veces pasaba la semana santa con los cartujos y volvía contando que para desayunar le daban una tortilla de tres huevos.
En aquella época nosotros teníamos gallinas en Santurce con la costumbre de desayunar tortilla francesa pero no me acuerdo de cuántos huevos, me siguen gustando muchísimo pero casi no los pruebo.
Bertrand Russell decía que le encantaría que le gustase el fútbol porque no se aburriría nunca, estoy de acuerdo con él, pero una cosa es que me haya entretenido escuchar la radio durante el mundial en Quatar y otra muy diferente que me apetezca ver un partido.
La última vez que vi un partido, jugaba el Athletic Club de Bilbao y tuve que dejarlo porque me ponía muy nerviosa.
Ni siquiera cuando me dediqué a las ceras sobre el Athletic conseguí que me gustar el fútbol, solo me gustaban los colores del Athletic club de Bilbao.
El libro del Athletic
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