lunes, 23 de septiembre de 2019

DOS MIL NOVECIENTOS DIECIOCHO








Hoy es un día especial.
Por más que lo intento no consigo sacar de mi cabeza ni una chispa de inspiración.
Nada ni nadie me obliga a escribir todos los días, excepto yo misma y tal vez la rígida educación que recibí y contra la que he luchado para poder vivir relajada.
De todas maneras creo que no existen reglas y que las cosas no son blancas y negras sino que pueden estar llenas de matices.
Por ejemplo, cuando tuve que educar a mis hijos, mi intención era hacerlo al revés de lo que habían hecho conmigo.
Tal vez con los mayores no lo llevé al extremo porque su padre, el que era mi marido en aquel entonces, daba mucha importancia a los estudios y al deporte, por lo que se ocupaba personalmente de esos temas.
Sin embargo con mi hijo pequeño que no vivió con su padre, reconozco que yo le dejaba hacer lo que le daba la gana y algunas veces me ha comentado que echa en falta no haber crecido con más disciplina.

No es fácil acertar.







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