domingo, 15 de septiembre de 2019

DOS MIL NOVECIENTOS DIEZ









Me ha sorprendido el comportamiento de mi cuerpo.
Yo no soy mi cuerpo.
Yo soy la que mando.
Así lo pienso, lo pensaba y lo sigo pensando, por eso me ha sorprendido despertarme hoy con cierto malestar que me está costando controlar.
Ayer me acosté contenta, sabiendo que el lunes empiezo otra fase de veinte días de quimioterapia en el hospital de día de Cruces.
Tenía buen ánimo, incluso estaba ilusionada pensando que al estar más fuerte me afectaría menos que la vez anterior.
Tal vez aprenda algo interesante, conozca a alguien con quien pueda conversar, un mundo nuevo se abría ante mí.
Incluso forzando un poco mis ideas, podría asegurar que estaba contenta ante la perspectiva de la novedad.
Además ya sé como funciona, el trato es excelente y si he sido capaz de pasar por ahí estando muy débil y sin saber en qué consistía, ahora podré superarlo con más razón.
Sin embargo hoy, al despertarme, no me encontraba bien, mi cuerpo no estaba relajado y me he dado cuanta de que tengo que ser más fuerte todavía de lo que soy, no puedo ni debo permitir que mi cuerpo me lleve a su terreno.

Yo soy más poderosa.










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