Lo bueno del mundo en el que me muevo es que casi todo es nuevo y aprendo a conocerme y a conocer a los que me rodean.
Voy notando que las personas que han sufrido un cáncer en carne propia o en alguna persona cercana, me tratan de una manera diferente.
Por ejemplo, casi desde el principio, mi hija me daba recuerdos de parte de Goyo, un chico al que no conozco, novio de su prima Belén.
Ayer me volvió a decir que Goyo le había hablado de mi y algo me hizo preguntarle:
Beatriz: ¿sabes si Goyo ha tenido relación con el cáncer?
A lo que contestó:
Si, su mujer se murió de cáncer.
Entonces comprendí por qué noto algo especial en algunas personas cuando se interesan por mi estado.
Es lógico.
En mayor o menor medida saben que estoy pasando por un momento difícil y se les nota.
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