No quiero hacerme demasiadas ilusiones, pero tampoco deseo dejar de disfrutar de los momentos animosos en los que me encuentro.
Tampoco olvido que el lunes empiezo la quimioterapia en Cruces y que, a pesar del tiempo que ha pasado, sus efectos siguen latentes en mi cuerpo.
Estoy contenta.
Ayer fui a la clase de Escritura, me recibieron con mucho cariño.
Al principio me costaba concentrarme, no encontraba postura, las sillas eran incómodas, pero poco a poco entré en faena y empecé a regocijarme con los textos que leían mis compañeros.
Al llegar mi turno, no me atreví a leer, me cansa hablar, así que un chico vasco alemán, joven y guapo, experto en haikus, leyó tres textos de mi diario.
El profesor me dijo:
Has encontrado tu propia voz, algo que solo se consigue a lo largo de los años.
Y yo pensé:
En efecto, en mi caso ha sido a través de la pintura, a la que he dedicado la mayor parte de mi vida.
Para mí es lo mismo pintar que escribir, en ambas materias me expreso y me comunico, la única diferencia importante es que me resulta más fácil sentarme ante el ordenador que andar a la pata coja enfrente de un caballete.
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