lunes, 9 de septiembre de 2019

DOS MIL NOVECIENTOS CUATRO









Creo que lo más importante en cada momento de la vida es la claridad.
Justo ahora es en lo que tengo que trabajar duro, ya que mi difícil circunstancia lo requiere.

Tengo dos asuntos entre manos:

El primero y fundamental es no permitir que el tratamiento que sigo pueda conmigo. 
Soy yo quien tiene que ganar la batalla, para lo cual necesito estar fuerte mental y fisicamente.
Poco a poco lo voy consiguiendo.
No es fácil pero tampoco imposible, es una cuestión de práctica.
La quimio se ha instalado en mi cuerpo como si le perteneciera y se hace la dueña, no solo de mis sentidos sino de mis estados de ánimo, aparece cuando menos lo espero con una sensación de vértigo que causa miedo.
Es ahí donde tengo que estar despierta y preparada para enfrentarme a ella y superarla.
En instantes puedo pasar de estar tranquila y contenta a perderme en el vacío, algo que no puedo ni debo consentir.

Otro asunto, derivado de lo mismo, es que los pequeños problemas que surgen cada día se presentan abultados, como si resolverlos fuera imposible.
Este tema me resulta devastador, a veces no encuentro la solución y me siento impotente.

Mi reto es no dejarme arrastrar, ser más fuerte, ser un cáncer para el cáncer.











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