domingo, 29 de noviembre de 2015

Capítulo 9_Conversación con Jose Ramón Sainz Morquillas









Txerra llegó a Concepto a la hora convenida.
Carlota le esperaba en su despacho y le saludó con entusiasmo.
La galería estaba preciosa con una instalación de Danae Stratou, la esposa de Varoufakis, el que fuera ministro de economía en Grecia durante un corto periodo de tiempo.
Carlota trabaja duro y gracias a su esfuerzo y simpatía, consigue exponer obras que ni siquiera los grandes museos son capaces de mostrar.
No le importa que no sea comercial, es el prestigio de Concepto lo que estimula su dedicación.
Cuando Txerra entró en la galería se sintió impresionado, desconocía el alto nivel de ese espacio que se movía con discreción.
En los circuitos comerciales del arte, existe cierto secretismo que no se sabe bien para qué sirve, pero hay camarillas que se vanaglorian de estar enterados de asuntos que solo alcanzan a unos pocos privilegiados.
Luego guardan las piezas en sus casas y solo las muestran a quienes consideran aptos para apreciarlas.
Mucho cuento.
Concepto se distinguía por llevar una línea independiente.
No participaba en las ferias de arte.
Gracias a los coleccionistas fieles, se podía permitir el lujo de traer a los mejores artistas, sabiendo que serían respetados en su justo valor.
La conversación entre la galerista y el artista transcurrió sin distensiones, una charla franca, directa, sin segundas intenciones.
Se interesaban mutuamente y no necesitaban disimularlo.
Carlota le habló sin remilgos, contándole que tenía un hueco porque le había fallado una pintora y pensó en cubrirlo con él.
Comprendiendo que no le daba tiempo para preparar una exposición en toda regla, había pensado en el pequeño formato, con la intención de vender todo antes de la inauguración.
Al principio Txerra se mostró sorprendido, no era lo que esperaba, pero reaccionó enseguida y antes de darle la contestación definitiva, le dijo que prefería ir a su estudio, revisar las piezas y tomar la decisión.
Se comprometió en contestarle dentro de una semana.
Carlota accedió.
Ambos se dieron la mano con la sensación de que el trato estaba sellado.

Satisfecha con la conversación mantenida con Morquillas, a Carlota se le ocurrió invitar a Mónica a comer un buen pescado salvaje en La casita de Sabino, la nueva taberna de la calle Henao, de la que le habían contado maravillas.
Mónica acababa de llegar de Biarritz donde había pasado el fin de semana con Alonso.
Aceptó la invitación.
Reservó una mesa y a las dos se encontraron en la puerta, entre el barullo de gente que entraba y salía de ese lugar tan encantador, que parece un trozo de Lekeitio en pleno centro de Bilbao.
Mejillones para picar y un pez llamado machote en Cantabria y en Santurce mazote, breka en Bilbao y en la costa vasca, momarra.
Es un pez de roca poco conocido para el gran vulgo, pero cuando lo pruebas, deseas repetir una y otra vez.
El lugar es delicioso, alegre y festivo con una actividad frenética y todo excelente.
Carlota estaba eufórica tras su conversación con Morquillas y Mónica la escuchaba con atención.

El fin de semana en Biarritz había sido un éxito.
Se había tranquilizado y consiguió apartar de su pensamiento la obsesión con Gari.
A pesar de que lo que más le apetecía era preguntarle a Carlota por su primo, tuvo la fuerza suficiente para controlarse y escucharle todo lo que le contaba, mostrando un interés que no sentía.
Cuando Carlota le preguntó por Biarritz, Mónica le habló de todos esos planes, que a veces incluso ellas mismas habían hecho juntas.
Parecía contenta y daba a entender que la relación con Alonso estaba mejor que nunca.
Carlota tuvo la sensación de que lo que había creído notar entre Gari y Mónica, había sido una falsa alarma y no volvió a pensar en ello.

Mejor_ se dijo a sí misma_ estas historias suelen traer problemas, mejor evitarlas.

Quedaron en verse el próximo fin de semana.
Hasta ahora nunca se habían guardado un secreto, siempre se contaban todo, pero Mónica sabía que un adulterio es un asunto serio y por nada del mundo quería que llegara a oídos de su marido o de cualquiera de su familia, para lo cual, lo mejor es mantener la boca cerrada.

Por lo demás, la vida sigue su curso.
Los altibajos mentales de Mónica van cediendo y poco a poco recupera su rutina, una vida sin problemas y sin algarabías, algo con lo que siempre se había conformado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario