domingo, 19 de julio de 2015

Una bermeana enfadada







Conocí a una bermeana que había ingresado en la prisión de Basauri porque había matado a su marido.
Me contó que era pescador y cuando llegaba a puerto lo primero que hacía era emborracharse y lo segundo darle una buena tunda de palos.
Parece ser que era su manera de relajarse después de trabajar.
No es que a ella le hiciera gracia esa rutina pero aguantaba porque no se sentía capaz de organizarse sola, cosa incomprensible ya que era ella quien se hacía cargo de todo porque su marido pasaba mucho mas tiempo en la mar que en casa.
Sin embargo ella creía que no podría criar a los hijos y ocuparse de todos los asuntos si dejaba a su marido.

Amagoia era neskatilla, se dedicaba a coser las redes de la pesca.

La fiesta de la Magdalena adquiere especial relevancia en Bermeo lo cual significa que se bebe más de lo habitual y en el caso del marido de nuestra amiga, las palizas estarían acordes con la bebida.
En tiempo de fiestas los pescadores se quedan en el puerto y aprovechan para estar con la familia y los amigos.
Pero aquel día avanzaba la noche y su marido no llegaba.
 Amagoia oía los cánticos de las fiestas sentada en la cocina y se iba poniendo nerviosa por momentos imaginando lo que le esperaba, hasta que dio un puñetazo en la mesa de la cocina y dijo:

Honaino heldu gara
Hasta aquí hemos llegado.

Ezin dut gehiago
No puedo más.

Ni corta ni perezosa cogió la escopeta que su marido utilizaba para cazar y esperó en la entrada.
Estaba casi dormida cuando oyó los sonidos que el ebrio pescador hacía intentando meter la llave en la cerradura, sin acertar.
Los juramentos le despertaron y en cuanto consiguió entrar, le pegó un par de tiros que le dejaron viuda casi sin darse cuenta.
A ver el cuerpo del hombre tumbado en el suelo sin vida, se dio cuenta del disparate que había cometido y empezó a llorar.

Luego vino todo lo demás y cuando me lo contó ya había pasado el tiempo y todavía le quedaban años de cárcel separada de sus hijos.
Ayudaba a las funcionarias pensando que podrían rebajarle la pena por buen comportamiento.
Ella me decía que había querido muchísimo a su marido y que se arrepentía de haberle matado.
A menudo las mujeres somos contradictorias sobretodo en los asuntos relacionados con las relaciones de pareja.

Es una especie de misterio sin resolver.

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