lunes, 9 de mayo de 2022

CUATRO MIL QUINIENTOS NOVENTA Y UNO

 




Me sorprendo a mí misma comprobando lo poco que me importa mi actual situación de falta de movilidad,

Hacía un tiempo tan maravilloso que he ido a las playas de Sopelana para disfrutar de la mar y sacar algunas fotos, recordaba, sin nostalgia, lo feliz que he sido durante veranos y veranos enteros sin perder un solo día pasados en esas playas, dejando que el sol y el salitre se apoderaran de mí, no podía pedir más, era feliz, solo los días de viento sur me resultaban insoportables y tenía que volver a mi casa, detesto el exceso de calor, no me sienta bien.

Hace ya varios veranos que no me he encontrado en condiciones de ir a la playa y no me importa aunque parezca mentira.

A pesar de que había muchos coches en el parking y gente merodeando por allí, casi no había gente ni en la playa ni en el agua, algunos surfistas y poco más.

Me alegro de haber disfrutado tanto de esas playas maravillosas cuando he podido hacerlo, al final, ya con el problema de la rodilla y más tarde con la leucemia no me quedaba más remedio que ir a Plencia que tiene un magnífico parking y un acceso muy fácil, aunque claro, no tiene la libertad y la belleza de las playas de Sopelana y Barrika. 

Respecto al verano que se aproxima, no sé lo que me espera, tengo la esperanza de que en Vitoria me den una solución para mejorar la rodilla y si no, tendré que seguir haciendo vida de ermitaña, rodeada de pantallas.




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