viernes, 29 de mayo de 2020

CUATRO MIL VEINTIOCHO










No me extraña que Aniceto necesite descansar, el ritmo de la vida da vértigo, estar en las redes tantas horas y tener acceso a lo que cuentan y a lo que sucede en diferentes conciencias resulta fascinante, no obstante debo tomarlo con calma.
Nunca me había relacionado con tanta gente de tan diferentes ideologías y opiniones, personas que están informadas y de las que algo en mi nota que tienen razón, que no mienten.
Estoy aprendiendo a marchas forzadas, no solo de trabajar en redes sino de los discos duros que tenemos los seres humanos, nos estamos convirtiendo en humanoides, la inteligencia artificial ha empezado a hacer efecto en nuestras cabezas.
Me conformo con que no me toque el corazón que es la base de mi existencia, quiero mantenerlo al margen del sinsentido que me rodea.
Estoy contenta de haber conocido a Diana Terceño, me parece mentira poderme fiar de lo que dice, ella no inventa nada, desconozco sus fuentes pero destilan son aguas cristalinas.
Hay otras personas con las que también he entablado una pequeña relación y mientras todo sea agradable y con afecto yo me entrego.
Es natural que resulte agradable compartir el mismo tipo de ideas, sin embargo la idea de abrirme a nuevos horizontes me atrae y sé que me viene bien, tengo tendencia a quedarme en ese lugar tan manido que llaman "la zona de confort".
Me han bajado los seguidores, les intereso menos.

Como decía Quevedo y luego cantaba Paco Ibáñez:

Pues amarga la verdad quiero echarla de la boca
Y si al alma su hiel toca esconderla es necedad
Sepase pues libertad a engendrado en mi pereza
La pobreza

¿Quién hace al ciego galán y prudente al sin consejo?
¿Quién al avariento viejo le sirve de río Jordán?
¿Quién hace de piedras pan, sin ser el Dios verdadero?
El dinero
¿Quién con su fiereza espanta el cetro y corona al rey?
¿Quién careciendo de ley merece nombre de santa?
¿Quién con la humildad levanta a los cielos la cabeza?
La pobreza
¿Quién los jueces con pasión sin ser ungüento hace humano?
Pues untándoles las manos les ablanda el corazón
¿Quién gasta su opilación con oro y no con acero?
El dinero
¿Quién procura que se aleje del suelo la gloria vana?
¿Quién siendo tan cristiana tiene la cara de hereje?
¿Quién hace que al hombre aqueje el desprecio y la tristeza?
La pobreza
Pues amarga la verdad quiero echarla de la boca
Y si al alma su hiel toca esconderla es necedad
Sepase pues libertad a engendrado en mi pereza
La pobreza, la pobreza

No he podido resistir la tentación de publicar todo el poema.
Me toca el corazón y eso es bueno.







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