lunes, 11 de mayo de 2020

CUATRO MIL TRECE











He pasado un momento delicioso viendo la película La Academia de las musas de Juan Luis Guerín.
Diálogo constante, me recordaba a las películas francesas de la época de Cahiers du cinema en las que tanto aprendí y disfruté.
Sucede en Barcelona en donde ya sabemos que el nivel cultural supera al del resto de las ciudades españolas.
Se nota bastante.
Hasta la pequeña conversación con la persona del quiosco en el que compraba el periódico elevaba mi pensamiento.
Volviendo a Guerín que ha sido el artífice de todo en la película, director, guión y editor, reconozco que es un auténtico placer escuchar lo que opinan sobre el amor, la inspiración, la función de la mujer en las relaciones amorosas, los poetas, las musas, un mundo de poesía y pasión entremezclado, relacionado con el lenguaje, la escritura y la lectura, que me ha llevado a recordar que dos de las novelas más famosas de la historia de la literatura están basadas en el adulterio, Anna Karenina y Madame Bovary.
¿A quién le hubieran importado esas dos mujeres casadas si no llegan a cometer adulterio?
El adulterio es parte de la sal de la vida y sobre todo del matrimonio.
Ha habido un momento en el que una de las protagonistas ha ido a Cerdeña para enterarse bien de una forma de cantar que hacen los pastores de esa isla, inspirada en los sonidos de las ovejas y otros animales y me ha recordado a un programa de la televisión del que vi un ratito en el que Ágata Ruiz de la Prada y Antonia dell'atte hacen un tramo de la trashumancia con un pastor de verdad.
¡Qué cosas!













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