jueves, 25 de mayo de 2023

CUATRO MIL NOVECIENTOS ONCE

 





Sigo con la historia de mi locura, la verdad es que me resultó muy desagradable, pienso que escribir sobre aquellos días me limpiará un poco el horror que pasé.

Cada día dormía en la misma cama pero en un lugar diferente, no me explico cómo pude hacerlo estando atada, hablaba con gente y al día siguiente me acordaba de todas las conversaciones, a veces se lo contaba a mis hijos y ellos me decían que todo era mentira que yo lo inventaba, para mi era tan real que hasta lo discutía.

Recuerdo especialmente una noche que pasé en el museo de BBAA de Bilbao escuchando una conferencia sobre la película que había rodado mi hijo pequeño.

Otra noche dormí en la misma cama, también atada, en un bar clásico de Algorta que se llama Zodiakos y estaba esperando a que pusieran a la venta las acciones de Ferrovial, tema del que había oido hablar a mis hermanos. 

Otra noche dormí en el salón de mi casa, rodeada de televisiones en las que se podía ver videos de un proyecto que había hecho yo antes de ir a Los Ángeles, esa noche no conocí a ninguna de las personas que andaban por allí dando vueltas.

Una de las cosas más raras que me sucedió fue una conversación que mantuve con Ana Artola, todavía me cuesta creer que fue inventada porque la recuerdo con todos los detalles, me gustaría comentarla con ella si le veo algún día.

Hubo muchas noches y anécdotas que van viniendo a mi cabeza pero de momento ya he contado lo más interesante, aunque la noche que pasé en Los Ángeles y me detuvo la policía americana, no la olvido porque todo tenía sentido.

No estoy segura pero creo que cuando me mantuvieron atada todo el tiempo dejé de pasear.






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