Por fin anteayer, viernes, mi hermano Gabriel me llevó a Vitoria, creían que era mi hijo, no cuando estábamos juntos, sino cuando nos separaban y a mi me hacían preguntas en otras mesas, lo primero que me preguntaban era si Gabriel Oraa Moyua era mi hijo, me gustaba mucho que me relacionaran con él como hijo, todavía no se lo he contado le va a hacer gracia, es un poco mayor que yo pero no tanto como para que se le confunda, además que tenemos los mismos apellidos.
La intervención fue breve y no puedo entrar en detalles porque no me acuerdo absolutamente de nada, se supone que me sedaban pero la realidad es que me dormí de tal manera que entré en otra dimensión.
Solo sé que de repente me volví a encontrar en la cama con una enfermera que me dijo que ya me habían hecho la infiltración y me estaba dando el alta.
Así que solo puedo decir que pasé un rato que quedó en el olvido, pero vi los gasas y esas cosas, me vestí , me encontré con mi hermano y volvimos a Getxo que es donde ambos vivimos.
Comí en su casa, volví a la mía, me trajo mi sobrino Leopoldo que vive cerca y me metí en la cama en donde pasé una tarde muy agradable, quité el teléfono, estaba cansada, solo me apetecía descansar, sin hacer nada.
Así que resultó un día estupendo, tomé la medicación que me habían recomendado, pasé una noche medio dormida sin molestias y al día siguiente, ayer, me levanté con dos muletas y hoy ya estoy andando con una.
Hago todo lo que me dijeron en la clínica UCA, incluido ponerme frío en la rodilla, que es lo que más me cuesta y pasé un día muy tranquilo, he dormido plácidamente y hoy sigo con la idea de seguir en casa, encontrándome mucho mejor.
Todavía no puedo cantar Vitoria pero creo que ha sido un acierto haberme lanzado a este tratamiento, no podía seguir así, casi sin moverme, sin salir de casa, soy demasiado joven como para no intentar recuperar la vitalidad que tenía aunque no vuelva a ser tan activa, por lo menos encontrarme bien y poder dar un paseo.
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