martes, 28 de noviembre de 2023

CINCO MIL SESENTA Y DOS

 





Hace un par de días tuve la oportunidad de ver en streaming una conferencia que dio Prem Rawat en Chandigarh, capital de Punjab y Haryana y me llegó tan hondo que me quedé pensando en cómo había cambiado mi vida a través de los años que he vivido con él, que han sido muchos desde que le reconocí como mi maestro y empecé a seguirle.

Le conocí cuando yo tenía veintiséis años y él trece, pero no le reconocí hasta mucho más tarde, cuando yo tenía treinta y cinco.

Yo estaba muy mal, muy enganchada a la heroína y queriendo salir de ese infierno, sin conseguirlo.

Mientras tanto, mi íntima amiga Pizca Rivière ya estaba con Prem Rawat a quien seguía en sus viajes y asistía a sus conferencias, aunque me hablaba mucho de él, yo no me enteraba, ni siquiera despertaba mi curiosidad a pesar de que notaba que ella estaba encantada.

Grande fue mi sorpresa ciando me dijo que iba a un evento en París y tímidamente le pregunté si ella creía que Prem Rawat podría ayudarme a lo que Pizca, sin titubear, respondió:

Es la única persona en el mundo que puede ayudarte (sic)

Y yo contesté:

Apúntame a ese viaje (sic)

Llegué a París, le presenté mis respetos y al instante sentí que una especie de aspiradora sacaba las drogas de mi cabeza.

Volví a Bilbao y me preparé para recibir en Conocimiento que Prem Rawat revela a quien se lo pide.

Recibí el Conocimiento y mi vida cambió por completo, me ordené, me curé y aún así, dentro de mí había mucha rabia, echaba la culpa de mis males al mundo que me rodeaba, no obstante, cundo vi el evento de Chandigarh y me quedé meditando, entré muy dentro de mí y hallé una paz serena, nada que ver con aquella rabia que sentía hace muchos años.

Me di cuenta de que el trabajo que el Conocimiento de Prem Rawat había hecho en mí había sido algo grande, ante lo cual lo único que siento es un agradecimiento constante.






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