martes, 19 de febrero de 2019

DOS MIL SETECIENTOS DOCE








He visto una película que me ha llevado a una parte de mi vida en que las circunstancias no parecían favorables.
Por dar dos mil pesetas a un chaval para comprar marihuana, me tuvieron tres días en comisaría, cuatro en la cárcel de Basauri y un poco más de cuatro meses en Peligrosidad Social, yendo a firmar al juzgado, no recuerdo si todas las semanas o cada quince días.

Lo pasé muy mal, no podía creer lo que estaba viviendo, una pesadilla que prometí no permitiría que volviera a suceder.

Fue una experiencia tremenda que me sirvió para aprender algo realmente importante:

Que yo tenía vida propia.

Hasta entonces, creía que era parte de un todo inseparable formado por mi marido y mis tres hijos.
En la prisión sentí que era un ser independiente. Mientras mi familia estaba en casa calentita, yo me encontraba en una situación espantosa, con el estómago encogido, sin saber lo que iban a hacer conmigo ni por qué estaba allí, no lo entendía, no estaba preparada para semejante episodio.

Por eso, a pesar de lo mal que lo pasé, agradezco al juez Carlos Divar que me diera la oportunidad de aprender a conocerme.

La película se llama “7 días”.

Me ha mantenido hipnotizada.







No hay comentarios:

Publicar un comentario