domingo, 3 de septiembre de 2023

CUATRO MIL NOVECIENTOS OCHENTA Y NUEVE

 





Gracias a Dios y a la suerte que me ha acompañado desde que nací, mi relación con Prem Rawat me mantiene alejada de lo que sucede en la meteorología, porque cada vez que enciendo la tele y veo las inundaciones que se producen en muchos lugares del mundo, recuerdo cuando se inundó la planta baja en la que yo vivía en Las Arenas.

Fue espantoso, estaba yo sola con mi niño pequeño recién nacido y uno de mis sobrinos que vivían en un piso alto, vino a decirme que su padre decía que fuéramos a su casa.

Eso hice y desde su terraza veía como mis dibujos y mis cuadros de paseaban por el salón de la que había sido mi casa hasta entonces.

Fue horrible, gracias a mi hermano Gabriel y a su mujer, ambos me salvaron la vida o por lo menos hicieron que tuviera un lugar en donde vivir con mi hijo durante el tiempo que duró el horror, supongo que serían dos semanas.

Recuerdo que Gabriel se iba en un bote de remos a buscar víveres.

Volví a la casa pero estaba destrozada, la malvendí y me vine a un lugar alto al que es difícil que lleguen las inundaciones. 





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