miércoles, 2 de agosto de 2023

CUATRO MIL NOVECIENTOS SESENTA Y NUEVE

 



 


 Han hablado en Radio Euskadi de una mujer que no podía vivir si estaba embarazada, lo cual significaba que tenía que abortar si quería vivir, pero se lo estaban poniendo muy difícil.

He recordado que mi madre me contó varias veces, ella lo tenía muy presente, que antes de que yo naciera estuvo embarazada de trillizos y se encontraba muy mal, el doctor le dijo a mi padre que tenía que elegir entre la vida de la madre o los hijos.

Mi padre estaba perplejo, hasta tal punto se pusieron difíciles las cosas que mi padre llamó al obispo para que fuera quien tomara la responsabilidad.

Según mi madre, al ver la situación en la que se quedaría mi padre si se muriera mi madre, cinco hijos ya criados además de los trillizas, el obispo dijo que salvaran a la madre.

Ante la palabra del obispo, la familia Oraa, los padres de mi padre, que eran los que más apabullados se encontraban, accedieron a que salvaran a mi madre.

Su padre, el abuelo Leopoldo, hermano de Federico Moyua, alcalde de Bilbao a la sazón les amenazó que si no trataban bien a mi madre, se la llevaría a su casa.

La familia Oraa era muy católica practicante, varios sacerdotes y monjas en la familia y todos de misa diaria.

Finalmente, mi madre salió adelante, viva y sin los trillizos, lo cual no le privó de tener dos hijos más, yo y mi hermano el pequeño, Jose Manuel.

Para mi madre este suceso fue algo terrible, le cambió bastante la vida, vio de cerca la muerte y lo difícil que es tener muchos hijos, en total ella tuvo once, de los cuales solo quedamos cuatro, mis tres hermanos varones y yo.







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