Echo de menos las clases de Escritura con Iñigo Larroque.
Tengo la sensación de que a pesar de que escribo todos los días en mi diario, lo hago como terapia, sin que intervenga la literatura que en principio es lo que más me interesa y asistir a la clase me ponía en ese punto, muy diferente y bastante más creativo que contar simplemente lo que pienso y lo que sucede a mi alrededor.
He hablado con una amiga que se trata con el mismo doctor biocuántico que me curó la cistitis y me ha dejado impresionada, me ha contado que dado que este doctor, Javier Larrea es especialista en virus y bacterias, ha curado del Covid 19 a quinientas treinta y cuatro personas.
Para una mujer tan escéptica como yo que ya casi no me fío ni de mi padre, es tranquilizado pensar que un doctor sea capaz de curar a distancia, una enfermedad tan terrible como esa.
Tal y como se están poniendo las cosas en este mundo, creo que es muy interesante abrirse a las ciencias universales, sobre todo cuando se ha tenido una experiencia personal tan fuerte como la mía. Solo Dios sabe lo mal que lo pasé con las cistitis que resultaron ser dos diferentes y en aquellos tiempos estaba con la pierna rota lo que hacía aún más difícil mis movimientos.
Me vieron todos los doctores del mundo, tanto los de la medicina pública como los de la privada, además de los especialistas y nadie fue capaz de curarme hasta que una amiga de Pamplona me habló de la medicina cuántica y me lancé sin pensarlo ,a pesar de que ya me habían decepcionado todos los médicos, había dejado de creer en la medicina.
Y ahora estoy aquí tan contenta, solo tengo un problemita en la pierna derecha que al lado de todo lo que he pasado me parece una piruleta.
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