viernes, 2 de agosto de 2019

DOS MIL SETECIENTOS SETENTA Y OCHO








Me han asignado una enfermera maravillosa para que me ayude en los problemillas diarios que puedan surgir. 
Ella tiene acceso a la doctora siempre que lo necesita mientras que yo solo la veo en consulta, cada dos semanas más o menos.
Pues bien, he tenido suerte porque Idoia es una mujer estupenda que no solo resuelve cosillas sino que me dijo algo que me ha salvado.
Se me ocurrió comentarle, mientras charlábamos, que me sorprendía la buena disposición de la gente que acude a la quimio.
Yo intento no quejarme sino todo lo contrario ya que gracias al tratamiento estoy viva, pero me cuesta y tengo que hacer un gran esfuerzo para mantener el ánimo en el sitio correcto y luchar contra la tendencia autocomplaciente a la que tengo tendencia.
La respuesta de Idoia fue muy sencilla y ya sabida en la que yo no había pensado:

¡Claro que están contentos! Lo triste es cuando los médicos tienen que decir que no hay tratamiento.

Me quedé de piedra. 

Desde que me lo dijo veo diferente la quimio, la agradezco.









No hay comentarios:

Publicar un comentario