miércoles, 30 de enero de 2019

DOS MIL SETECIENTOS TRES










No sé hasta qué punto resulta positivo ahondar tanto en mi autorretrato, ya que contiene material autobiográfico, no olvidemos que mi biología es mi biografía y he tenido algunas pesadillas de asuntos que estaban relegados al olvido y me resulta incoherente que aparezcan de repente, cuando pensaba que estaban superados.
Considero que el pasado ya está sobrepasado y no veo la utilidad de hurgar en asuntos que no se pueden alterar. Simplemente me perdono y “androcanto y sigo…” que diría Oteiza.
Aún así, creo que un autorretrato sin alma carece de interés, por lo que una vez que he comenzado a describirme siento la necesidad de seguir, no puedo ni debo parar, sería dejarlo a medias y me arriesgo a dejar en el tintero lo que mejor me retrata.
Cuando di por terminada la entrada de ayer, martes 29 de febrero, lo hice por no escribir demasiado, lo dejé a sabiendas de que hoy tendría que seguir, ya que falta esa parte profunda que forma parte de mi yo, el que más se acerca a lo permanente.
Me cuesta hablar de mi carácter porque a pesar de que tengo un carácter fuerte, yo me considero amable. 
Tal vez resulta paradójico que me considere una persona alegre, que suelo estar de buen humor.
Detesto el mal humor, tanto en mi como en los que me rodean.
Soy capaz de cualquier disparate con tal de estar de buen humor.


Y también soy consciente de que casi siempre son los demás los que provocan que me ponga de mal humor, por lo que soy feliz estando sola.







No hay comentarios:

Publicar un comentario