Una vez más he cometido un error imperdonable.
Mi vida consiste en caer y levantarme.
Ahora que consideraba haber alcanzado una línea bastante recta, he vuelto a tropezar con lo que más detesto: la dependencia.
Sucedió así:
Hace cosa de dos meses padecí una gripe muy fuerte que consistía en intensos ataques de tos, nariz tapada, abundante mucosidad, cabeza cargada y malestar general.
Beatriz me trajo un jarabe natural que venden en las farmacias, llamado Grintuss, a base de miel y llantén que me sentaba bien y aliviaba la tos.
Al mismo tiempo y sin que yo lo encargara, añadió por su cuenta unas gotas para la nariz, Utabón que me descongestionaban y hacían que me sintiera mucho mejor, por lo que cuando se me pasó la gripe y empecé a encontrarme bien, a veces, si notaba la nariz tapada, me ponía una gotita en cada agujero y tan contenta.
Hace un par de días acudí a mi doctora de cabecera y le pregunté si el Utabón entraba en la Seguridad Social.
No solo me dijo que no, sino que es un producto muy fuerte que no debe utilizarse más que en casos extremos y no más de cuatro o cinco días.
También me advirtió que crea dependencia y me aconsejó que no lo usara, que bajara la dosis.
Lo estoy intentando y me encuentro fatal, la nariz tapada, los ojos llorosos y la cabeza cargada, he dormido poco y estoy dispuesta a hacer un esfuerzo sobrehumano para olvidarme de otro veneno, como lo he hecho en otras ocasiones, con los diferentes venenos legales e ilegales que han tocado en mi puerta.
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