sábado, 11 de mayo de 2019

DOS MIL SETECIENTOS SESENTA Y OCHO








Sigo entusiasmada con la macrobiótica aunque cada día me entero de algo que la convierte en algo más difícil todavía.

La última noticia ha sido que los alimentos, ecológicos por supuesto, de los demás no hablo, pierden su poder curativo a las diez y ocho horas de ser cocinados, por lo que es imprescindible cocinar todos los días.
Yo soy ambiciosa, quiero que se me curen mis huesos, que desaparezca mi osteoporosis, para lo cual estoy dispuesta a hacer todo lo que sea necesario.
Hoy, como todos los sábados, he salido de casa con la ilusión de comprar las verduras en el mercado ecológico del Arenal de Bilbao, pero antes de llegar al parking había policías cerrando el paso debido a una manifestación, por lo que no me ha quedado más remedio que cambiar el plan.
Inmediatamente he decidido ir a la cooperativa de Santutxu en donde ya sé que puedo solucionar el asunto sin demasiadas complicaciones, excepto las que yo me cree a mi misma.
Como ya aprendí el primer día, he dejado mi coche en el parking cercano al lugar.
He comprado lo que necesitaba, lo he metido en la bolsa que llevaba de casa y he salido encantada, pero al subir unas escaleras me he dado cuenta de que pesaba más de la cuenta por lo que he vuelto y he pedido que me la guarden, que volveré enseguida.
He llegado a casa muy contenta porque he encontrado una salida que va a la autovía sin necesidad de meterme en Bilbao, lo que hace que el viaje sea más fácil y corto.
El único problema ha sido que me he olvidado de volver a la cooperativa a recoger mi compra, por lo que hasta el lunes no podré recuperar mis alimentos.

Cuando conté en el diario que había sido capaz de ir a este maravilloso lugar, Pilar Serrano comentó lo bueno que es atreverse con los retos y lo he recordado y eso me ha animado y ha quitado hierro al tema.






No hay comentarios:

Publicar un comentario