sábado, 6 de enero de 2018

DOS MIL SIETE









Supongo que el hecho de ser artista, es decir una persona creativa, presupone una vida difícil de antemano, ya que se trata de hacer algo de la nada y en general con pocos elementos.
Un papel y un lápiz es lo fundamental para dibujar o para escribir.
Si se tiene buena memoria, incluso se puede recitar un poema personal, solo con la voz, el supremo instrumento.
No hablo de música porque aunque me encanta, estoy muy lejos de saber de qué se trata.
Demasiado abstracto.
En ese terreno me limito a disfrutar del trabajo de los demás.

La vida del artista es difícil en general, pocos son los que pueden vivir de su trabajo y eso es vejatorio.

En mi caso, la diferencia entre la pintura y la escritura es que a la pintura le dediqué toda mi vida, estudié BBAA y expuse en todos los lugares donde tuve oportunidad.
En el país de los vascos y en el estado español no era muy difícil, pero en Berlín, Australia y sitios por el estilo resultaba muy difícil por las aduanas y lo caro que resulta el transporte de los cuadros.

En Los Ángeles expuse varias veces, pero como estaba viviendo allí me resultaba más fácil y tenía un marchante que se ocupaba de todo.

Lo malo de mi caso es que la ilusión de mi vida era haber podido vivir de mi trabajo y nunca lo conseguí.
He sido muy terca.
Tenía que haberme dado cuenta antes de que nunca lo conseguiría.
De poco me sirve que me digan que pinto bien, si luego no compran mis cuadros.

Ahora que me dedico a escribir no pretendo vivir de la literatura, ni siquiera me considero una escritura.
Cuando alguien me dice que escribo bien, me sorprendo.
Escribir bien es algo que requiere mucho tiempo y dedicación.
Y no solo me refiero a Borges o a Bolaño.
Ahora, sin ir más lejos, estoy leyendo un libro que me ha regalado Mattin en navidad, de un amigo suyo a cuyos padres conozco y estoy hipnotizada.
No solo por lo bien que escribe y el alto nivel literario, sino por la madurez que tiene para ser un chaval, que no sé si llegará a los cuarenta años.
Se llama Álvaro Cortina Urdampilleta.

La presentación, escrita por él mismo, se me hizo dura, demasiado académica, pero cuando entré en la novela, me dejé llevar por el tema tan especial y tan bien escrito, que estoy deseando volver a la sesión de lectura.

Se nota que este chico se ha pasado la vida leyendo y estudiando y se ha empeñado en ser un buen escritor y lo ha conseguido.
Seguro que él sí puede vivir de la escritura.












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