viernes, 27 de abril de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS CUATRO







A veces me pregunto si debo ocuparme de lo que sucede en mi entorno y me dan ganas de tomar la decisión de mirar para otro lado.
Me refiero a casi todo lo que no es arte y literatura, es decir política.
Entonces me acuerdo de que Platón decía que no ocuparse de los asuntos públicos, es de idiotas.
Hasta que leí eso no me preocupaba de nada y vivía en la inopia, como un animalito, me aburrían esas materias.
Ahora estoy al tanto de lo que sucede y me siento más integrada en la comunidad, aunque no discuto y solo hablo del tema con las personas que están en una línea parecida a la mía, aunque incluso con esas personas, suelo tener divergencias.

Ayer, por ejemplo, cuando llegué a casa después de haber estado en el campo todo el día, me encontré con el asunto de la manada (perdón por la palabra) y la terrible sentencia.
Llegó Jaime y le conté que estaba escuchando todo el tema en un programa especial de radio Euskadi.
Grande fue mi sorpresa, cuando Jaime trató de convencerme de que la sentencia podía ser correcta.

Me quedé perpleja.
Me dijo que la había leído y que todo estaba en orden.
Me callé, porque cuanto vi que la dichosa sentencia constaba de más de trescientas páginas en términos jurídicos, preferí escuchar lo que contaban en la radio.

Me quedé un poco preocupada al constatar que Jaime es machista.
Sabía que no es feminista, pero nunca imaginé que realmente pensara que una niña de diez y ocho años metida en un portal con cinco maromos de treinta años, borrachos y desmelenados, lo hiciera de motu propio y muy a gusto.
Once penetraciones en total, vaginales, anales y orales.

Seguí dando vueltas al tema y llegué a la conclusión de que no puedo ni debo meterme donde nadie me llama.
Jaime tiene casi cincuenta años, es un hombre hecho y derecho, se comporta bien, no hace excesos, está fuerte y sano y conmigo es encantador y con su hermana más todavía.

Vivimos en un ambiente en el que el machismo impera.


¿Quién soy yo para cambiar a otra persona, si ni siquiera soy capaz de cambiarme a mí misma?







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