sábado, 30 de septiembre de 2017

MIL QUINCE








Lega un mail en el chat familiar que utilizamos para felicitarnos los cumpleaños y para anunciar cuando la familia crece y algunos que también lo usan con fines de propaganda política, por ejemplo mi hermano Javier, el mayor, que ha enviado un Whatsapp diciendo que el periódico francés Le Figaro está haciendo una encuesta sobre el tema de Cataluña, en la que de momento van ganando los independentistas.

Lo que me sorprende es que, a juzgar por el comentario que hace él a continuación, da por hecho que toda nuestra familia está en contra.

De mi ya saben bastantes cosas.
Mientras vivía mi madre, intentaba esconder algunas para no darle disgustos, porque para ella ser de PP era tan importante como ser católica por lo que, a pesar de que a veces se me escapaban mis ideas que ella interpretaba a su manera, en general trataba de comportarme como una niña buena.

Ella sabía que yo era estudiante de Prem Rawat e incluso llegó a ver varios videos, explicándome que solo lo hizo para complacerme, lo cual agradecí y la conclusión que sacó, fue la siguiente:

Ese señor habla muy bien y dice cosas muy sensatas, pero solo se refiere a esta vida, no se preocupa del más allá.

Lo cual es la pura verdad.
Reconozco que se enteró.

Me dio las gracias por los videos y me dijo que ella estaba muy contenta con la iglesia católica, que le enseñaba a vivir pensando siempre en la otra vida.
Aceptó mi invitación para ir a Tamarises con sus amigas, en donde pusimos un video de Prem Rawat y un chico que estudiaba violonchelo en Holanda, dio un concierto precioso.

Le regalé un libro que había escrito una periodista americana sobre la biografía de Prem Rawat.
Lo leyó y me dijo:

Es interesante, pero con leer la cuarta parte ya me habría enterado de quien es ese señor.

No volvió a insistir más en ese tema, porque se daba cuenta de que era imposible que yo cambiara de opinión.

Le molestaba que viajara tanto, no lo entendía.
Un dia me dijo:

Blanca, viajas más que tus hermanos y sobrinos, cuyos viajes corren a cuenta de las empresas.

No le gustaba que yo gastara el dinero en ir a tantos eventos.
Siempre había tratado de ir a los programas, pero cuando murió mi madrina y heredé, comprendo que me volví loca.
Hasta me fui a Kaoshiung en un avión de China Airlines, en el que no había ningún occidental.
Me sentí rara, como si no existiera.
Nadie me miraba ni me sonreía.
No me gustó la comida de Taiwan, pero me encantó la conferencia.

En aquella época no era costumbre viajar a India y a Australia, lo que yo hacía a menudo.
Para mi, ir a Miami era como ir a Madrid desde Bilbao, no le daba importancia.



Lo único que realmente no me gustó, es lo que me dijo un día sobre Dios.

No recuerdo de qué estábamos hablando y ella dio a entender que yo no creía en Dios, a lo que yo contesté:

Yo creo firmemente en Dios, mamá.
Creía que ya lo sabías.

Ella, que acostumbraba a decir la última palabra, apostilló:

Pero tu dios es retorcido.

Me callé una vez más.
Casi siempre me callaba, porque no quería que se enfadase y tampoco quería enfadarme.

En mi familia se estila bastante amenazar con el enfado.
No me gusta.
Me parece un nivel de comportamiento bajo.

Se utilizaba y noto que se sigue utilizando, sobre todo con los niños, esa frase que tanto detesto:

Si no le das un beso a la tia Blanca, me enfado.

Prefiero que no me den besos y que no se enfade nadie.












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