lunes, 25 de noviembre de 2024

SEIS MIL CIENTO VEINTICUATRO

 




Ayer vi un documental en TVE2 extraordinario.

Se trataba de Tapies y su obra.

Tapies es el gran pintor del siglo veinte, insuperable.

Cada vez que yo iba a Barcelona pasaba por el MACBA y me extasiaba ante su trabajo, me fascinaba, ayer casi lloro cuando veía a Tapies trabajando, nunca me había imaginada cómo trabajaba cada cuadro y cada instalación, aunque ya sabía que era muy Zen.

Recuerdo vagamente haber estado en el museo Tapies pero no lo visualizo con claridad, es sobre todo en el MACBA donde recuerdo cada una de sus obras en toda su magnitud.

Tanto me impresionó la biografía de Tapies, que despenó en mi algo que ya tenía dentro desde hace tiempo, algo muy importante porque se trata de mí misma y de mi trayectoria.

Pues bien, estaba sentada en el espacio de mi casa, que cuando pintaba era mi estudio y que ahora no sabría cómo definirlo pero es donde estoy siempre que no estoy en mi cuarto de dormir y comprendí, me vino una especie de luz que alumbró mi propia trayectoria artística.

En vez de tener una línea de trabajo definida en la que hubiera actuado cronológicamente, mi trabajo está centrado en series muy determinadas en las que cada una ha requerido más o menos una técnica específica. 

Poso a poco iré describiendo cada una de esas series para completar así una antológica de mi propia obra, sin saber si tendrá un propósito establecido, de momento solo el de conocerme un poco más y mejor, no olvidemos que cuando empecé a estudiarme con la ayuda de Paco Juan, mi tutor de licenciatura, éste falleció y me quedé compueta y sin novio, muy despistada, había contado con su ayuda ya que fue él quien se empeñó en que hiciera mi tesis sobre mi propia obra.

Así, a través de Tapies comprendí que el propósito actual de mi estudio, sigue siendo el de ser mi estudio en el cual estoy rodeada de mis cuadros, mis libros, mis papeles, mis herramientas de trabajo y por encima de todo, de mi propia vibración.